EL SUBDESARROLLO NORMATIVO DEL INFORME DEL ESTATUTO DEL ARTISTA.
1.- INTRODUCCIÓN
Mientras tú has estado de puente, yo he estado escribiendo un libro.
Antes de comenzar este estudio sobre el desarrollo normativo del informe del estatuto del artista, quiero que el posible lector sepa, que este tema me toca de lleno. Además de abogado ejerciente, profesión que abandoné en 2013, y retomé en octubre de 2022, también soy actor “ejerciente”, dramaturgo premiado, y director de teatro, siempre que la ocasión lo requiere. Por eso cuando el día 11 de diciembre de 2020 aun con la pandemia en boca de todos, escucho por enésima vez en televisión, esta vez al Ministro de cultura de aquél entonces, el discurso aprendido sobre el informe del Estatuto del Artista, y su ejemplar desarrollo normativo, estallo, y decido reestudiar el tema a fondo para desvelar la verdad de todo el referido desarrollo.
Lo voy a hacer en orden cronológico, porque para mí las fechas siempre han sido lo más significativo en las normas que se van aprobando, pues me ponen siempre en el mejor contexto.
Así pues parto de un orden cronológico.
Primera fecha. Septiembre de 2018
6/09/18- Puedo asegurar que el hito que supuso la aprobación por unanimidad en el congreso de los diputados del informe del Estatuto del Artista en nuestro país, el 6 de septiembre del año 2018, no fue nada en comparación con el hito de tropiezos, y malas redacciones, y parcheados de leyes, que están resultando de su desarrollo normativo. Por eso comienzo este estudio con la palabra “subdesarrollo”, porque eso es lo que me ha parecido, y espero que cuando acaben de leer este documento piensen como yo, sin dudar: que ha sido un desastre, con un resultado, que ha dejado mucho que desear.
Lo sorprendente, es que nadie, o muy pocas voces hablan con claridad sobre ello. Y los pocos que lo hacemos, somos o tratamos de ser silenciados a toda costa, tanto por gestores culturales, como por legisladores. Y no es para menos, estamos dudando de esa veracidad que proclaman. Quien me conozca mínimamente sabrá ya por qué llamo subdesarrollo a ese galimatías legal que se ha dado en llamar desarrollo normativo del estatuto del artista. Y también sabrá por qué en alguna ocasión incluso le he dado el sobrenombre de “noestatuto” del artista, pues realmente nunca, jamás será un estatuto, con la imagen que le viene a la mente cuando se escucha el término.
Muy pocas personas saben esto que voy a contar ahora mismo, sobre el origen del Estatuto del Artista, pues también ha sido sorprendentemente apagado, no comprendo aun el por qué, la verdad. La idea de un Estatuto del Artista no viene del partido político “podemos” o de algún sindicato de la cultura. Al menos no solamente. Surge cuando un amigo y compañero del mundo de la cultura, Rodolfo Ruiz Ligero, “Fito”, ya fallecido, se fija en el sistema de intermitencia francés, y traduce por su pura curiosidad, por primera vez su Estatuto del Artista. Rodolfo, sindicalista y "podemita" de pro, presenta el proyecto tanto en la Unión de actores de Madrid como en el partido al que se acababa de afiliar, Podemos, que aún estaba en pañales en esos momentos. Sin embargo él mismo, ya me decía una vez que lo tradujo; “Álvaro, esto en nuestro país es algo imposible”. ¿Por qué me comentaba esto? Yo, para explicarlo a mentes menos legales, hago el símil de que nuestro sistema legal es como el cubo de Rubik, poniendo el ejemplo de que el color rojo es el Derecho Penal, el azul, el Derecho Civil, el amarillo, el Derecho Administrativo... Las leyes (los cuadritos de colores) van quedando muchas veces obsoletas, (se desgastan) y hay que reformarlas (pegar cuadraditos nuevos del mismo color, pero más nuevos.) El estatuto francés que estudió el antes mencionado Fito, surgido, al oír y al parecer, tras la Primera Guerra Mundial, se fue haciendo junto con el resto de leyes de aquél país, y estaría inserto en el “dodecaedro” que es la legislación francesa, por lo que tal vez, sería, en sí, una figura de doce lados, cuya “traducción” no puede incrustarse dentro de nuestro cubo de Rubik, así sin más, porque se trata de piezas distintas, que harían que al primer movimiento, nuestro cubo reventara en mil pedazos. Aquí, en nuestro país, solo pueden pegarse cuadraditos nuevos, en los ya existentes: es decir reformar nuestras leyes.
Como he adelantado algunos párrafos más arriba, el seis de septiembre de 2018 se aprueba por unanimidad en el Congreso de los Diputados el “Informe del Estatuto del Artista”. Un documento que todos tildan de histórico y que comienzan a vendernos, como el conjunto de 75 recomendaciones que llegarán a ser 75 normas que formarán un estatuto, el del artista. Otros, copiando su recomendación número ocho, habla de que será una “agenda” que el legislador habría de seguir para elaborar el futuro Estatuto del Artista español.
Durante el año y medio que duró su preparación y elaboración se celebraron 12 comparecencias con personas, asociaciones y sindicatos destacados del sector cultural, se recogieron sus conclusiones y trabajos en 12 sesiones de reuniones que resumían esas comparecencias y examinaban toda la documentación. Entonces fue cuando ya se comenzó a vender como “el Estatuto del Artista”: como un librito, un compendio de normas, similar al Estatuto de los Trabajadores (el dodecaedro que en la práctica es “inincrustable” en el cubo), pero del trabajador de la Cultura.
Y lo peor de todo, el informe en un alarde de desmedida ambición quiere incluir a todos los artistas. Quiere ser generador de normas que sean aplicables a todos los sectores artísticos. A todos, mezclando con éxito intereses tan dispares y contradictorios, como los de el trabajador autónomo de la cultura, y el artista por cuenta ajena, en un utópico sueño cuya realidad más se iba a parecer a una pesadilla distópica, digna de cualquier película de terror. Pretende incluir a sectores como, actores y actrices de audiovisual, doblaje, teatro, bailarines, directores de orquesta, sonidistas, luminotécnicos, regidores de teatro, de audiovisual, cantantes, dramaturgos, novelistas, guionistas, utileros, directores de arte, técnicos de arte, escultores, escenógrafos, músicos de orquesta, músicos de grupos, solistas, técnicos de maquinaria, directores de teatro, de cine, peluquería de teatro y cine, maquilladores de teatro y cine, técnicos de fx, vestuaristas, y sastres, dibujantes de cómics, taquilleros, acomodadores, pintores, ceramistas, fotógrafos en general, dibujantes, diseñadores gráficos, poetas, adaptadores de teatro musical, traductores, compositores de música, profesores de canto, ilustradores, figurinistas, artistas de circo, diseñadores y desarrolladores de videojuegos, especialistas de cine, magos, presentadores de televisión, locutores, narradores de audiolibros, ventrílocuos, modelos foto fija en películas y series, bailaores de flamenco, palmeros, guitarristas, flamencólogos, mimos, clowns, malabaristas, breaker boys, funambulistas, productores de teatro y televisión, autónomos, y un largo etcétera que llega a 73 sectores que forma el mundo del trabajo cultural.
(Continuará en la segunda entrega)