A veces no sé qué extraño de casa.
Me levanto a las mañanas y pienso en el olor a café que hace mamá, la mesa puesta prolijamente y el olor a arepa en la mañana.
Los domingos, pienso en las parrillas de papá y sus reuniones con amigos, con la salsa de fondo y la voz de mi abuelo recitando alguna historia.
Si me ataca el hambre en la calle, pienso en los cambures manzanos de mi abuela. Siempre se las ingeniaba para traerlos y que no se magullaran.
Cuando estoy sola, pienso en mi hermano y aquella vez que tenía frío en los pies y me dió sus medias para que me abrigara.
Hay días en los que esos recuerdos me consuelan. Hay otros en los que siento vacío y solamente quiero detener el tiempo.
Hace frío en Buenos Aires y llegar a una casa vacía me pesa más en estas fechas.