"Dios ama al dador alegre" (2 Corintios 9:7). Estas palabras de la Sagrada Escritura nos recuerdan que la generosidad no es solo un acto de bondad, sino una forma de vida que llena nuestros corazones de alegría y bendiciones.
Como comunidad de fe, hemos sido llamados a compartir los dones que Dios nos ha dado con aquellos que nos rodean. Nuestras contribuciones, ya sean de tiempo, talento o tesoro, tienen el poder de transformar vidas y acercar el Reino de Dios a la tierra.
Cuando damos con un corazón puro, sin esperar nada a cambio, experimentamos la verdadera libertad y plenitud que solo Dios puede dar. Nuestras ofrendas, por pequeñas que parezcan, se multiplican en las manos del Señor para hacer una diferencia significativa en el mundo.
Hemos sido testigos de cómo las donaciones de nuestra comunidad han impactado a familias necesitadas, han brindado esperanza a los desanimados y han llevado el amor de Cristo a los rincones más oscuros. Cada contribución, sin importar el monto, es un acto de fe que honra a Dios y bendice a los demás.
"Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón" (Mateo 6:21). Al invertir en el Reino de Dios a través de nuestras ofrendas, guardamos nuestros tesoros en el cielo, donde la polilla y el orín no corroen, y donde los ladrones no entran ni roban (Mateo 6:20).
Hermanos y hermanas, les invito a unirse a nosotros en esta hermosa misión de compartir la luz de Cristo con el mundo. Que nuestras contribuciones, grandes o pequeñas, sean un reflejo de nuestro amor por Dios y por el prójimo. Juntos, podemos hacer una diferencia eterna en la vida de muchos.
¡Que Dios bendiga tu generosidad y multiplique tus ofrendas para su gloria! 🙏✨