Si me conocierais seguramente pensaríais que logré ser funcional y una alumna exitosa. Objetivamente, saqué buenas notas y fui capaz de cursar estudios superiores hasta convertirme en investigadora para la universidad pública. Ahora bien, ¿a qué precio? Los burnout, traumas, estrés y heridas de todo tipo no pueden ser el precio a pagar. Ni tampoco la confusión ni las vejaciones que he sufrido por funcionar diferente.
Como autista de diagnóstico tardío, tuve que crecer en un sistema escolar que nunca me tuvo en cuenta.
Nadie identificó jamás mi condición y, como consecuencia, sufrí aún más si cabe los obstáculos de la escolarización neurotípica. Probablemente las adaptaciones tampoco hubieran sido suficientes, porque el sistema me ha fallado a distintos niveles. A mí, y a muchas otras tantas personas neurodivergentes.
Por ello, quiero recopilar algunas cosas que me hubiese gustado que mis profesores supieran.
1. QUE NO TE MIRE A LOS OJOS NO SIGNIFICA QUE NO TE ATIENDA
2. EL ORDEN DE LOS FACTORES NO ALTERA EL PRODUCTO
3. NO HAGÁIS DE LA PIZARRA EL PAREDÓN
4. HABLANDO EN PLATA
5. EL BULLYING NO ES COSA DE NIÑES
La semana que viene publicaré la segunda parte. Lee el artículo completo en: