La Maliana
40 supporters

El deseo

Mar 17, 2023

Tengo miedo de no ser deseable.

Miedo de que nadie quiera realmente estar conmigo y más bien sea una suerte de necesidad de abrigo o cuidado lo que los trae a mi, como buscar nido y acunado. Miedo a ser vista como una especie de virgen y madre caritativa y nada más.

Querer ser cuidado no es desear a la persona sino su trato.

Ser deseable.

Esa cosa que aprendí en libros, en cuentos y canciones sobre qué le da valor a una persona. Eso que hace que los otros te vean, quieran estar contigo; por quien eres, por cómo hueles, por a qué sabe el aire cuando dices lo que dices. Por cómo te mueves, se arquea tu cuello cuando ríes o el cómo se cierran tus ojos cuando no alcanzas a ver algo a la distancia.

¿Te ha pasado que de pronto todo contacto parece ser fácil para todos, pero no para ti?

La desconfianza me constriñe. No confío en el otro, no confío en los desconocidos y le tengo miedo a mi cuerpo y las posibilidades que tiene de experimentarse. ¿Y si en realidad no quiero esto? ¿Y si quiero sentirme querida? ¿Y si solo estoy escondiéndome detrás de un miedo ficticio? ¿Y si solo estoy acostumbrada a poner el deseo del otro sobre el mío? ¿Y si lo quiero pero tan lo desconozco que no he podido conectar con mi cuerpo?

Crecí siendo cuidadora. Supongo que por eso siempre me ha importado que vean a las cuidadoras como personas que pueden desear: para quitarme de encima la etiqueta y el miedo de ser solo vista como la de manos sanadoras y nunca como la de muslos grandes. Siempre como la que tiene la mano tibia por acariciarle el pelo a alguien pero nunca como la que tiene la mano cálida de nervios.

Me asusta el deseo. Me asusta lo poco que dura el deseo en un entorno tan plagado de la hipersexualización y la necesidad de pasar por más y más y más manos, ojos, piernas, gritos y gemidos ahogados en casas con paredes de papel para recordarnos que existimos. Me asusta también dejar de existir. Me asusta que mis manos dejen de ser suficientes y pasen solo a ser manos que cuidan, callan, abrigan. Me asusta que las miradas que me ven, a las que veo, dejen de mirarme como alguien a quien se le antoja romperle las medias y más como alguien a quien solo sabe remendarlas. Como ponerse las medias rotas por la pura costumbre al caminar. Buscando como pacto unilateral por mi misma y solo en mis circunstancias y al final sentirme vacía.

¿Qué nos hace deseables?

¿Cómo haces esa pregunta incómoda? ¿Cómo purgas la inseguridad? ¿Nace en el cuerpo, en el ojo? ¿Muere en la cicatriz, en la costumbre? ¿Cómo sabes si una pregunta la estás usando para lastimar? ¿Cómo saber si la respuesta es una daga agarrada por el mango para liberarte, o por la hoja para mutilarte?

¿El deseo es una acción repetitiva? ¿Un mecanismo? ¿Una estructura? ¿Una vivencia? ¿Una experiencia? ¿Es aislado? ¿Es lo que nos falta? ¿Es lo que tenemos? ¿Es de lo que queremos más?

Puedo ver mi inseguridad creciendo a pasos agigantados cada vez que me pregunto algo nuevo, una cosa más, un momento más. Cada que reviso mis experiencias y veo el patrón, cómo me siento convertida en una suerte de piedra por la ausencia de la mirada del otro. Como dejar de existir.

Creo que se reduce al hecho de no ser vista. De no poder acceder a ser vista.

¡Hola! Oye, (¿también?) deseo tu tacto, Oye, me gustaba que me vieras. Oye, también desde aquí me siento querida. Oye, quiero verte de nuevo. Oye, quiero sentirnos de nuevo. Oye ¿y si volvemos a presentarnos?

¿Qué es aquello que nos incapacita o no nos permite acercarnos a los otros en ciertos sentidos? ¿Y a sentirnos deseosos? ¿A querer o no algunos contactos?

¿Qué nos mueve a buscarnos? ¿Cómo nos encontramos con el otro en medio de la confusión?

Me dije anoche: "No importa, está bien" y me intento convencer de que mañana podré decirlo en voz alta pero

¿y si no?

Enjoy this post?

Buy La Maliana a book

More from La Maliana