Este es uno de los muchos paradigmas que hemos heredado y que se presenta constantemente en los hogares modernos. Sin embargo, para analizarlo con claridad, es necesario retroceder en el tiempo, a momentos en los que el matrimonio o la familia no eran una idea en la mente de las personas.
Todo comienza con la normalización de los comportamientos y pensamientos. El ritmo de vida actual que hemos aceptado y que no hemos cuestionado nos ha llevado a experimentar una vida acelerada con altos niveles de desgaste físico, mental y emocional. Actualmente, como sociedad, sentimos que debemos cumplir con una agenda de vida predefinida para experimentar una vida plena: estudiar, ser educados, conseguir, tener, parecer, encajar, vivir en pareja, tener una familia, etc.
Si no logramos cumplir con todo lo que está en esta agenda, la vida puede interpretarse como un fracaso. Pero incluso cuando lo logramos, también puede sentirse como un fracaso. ¿Me sigues?
Antes de hablar sobre la importancia de que mamá y papá estén juntos en la crianza, es importante explorar la fuente de nuestras decisiones hasta este punto de nuestras vidas. ¿Estás asimilando la vida desde la aceptación de la diversidad y la búsqueda de un propósito, o simplemente estás siguiendo una agenda impuesta?
En mi experiencia personal, la vida se vive con más plenitud cuando nuestras decisiones son más conscientes, atendiendo a nuestros deseos personales y auténticos y no a una agenda social impuesta a través de nuestros sistemas actuales de educación y crianza.
Entonces, para hablar de la importancia de que mamá y papá estén juntos en la crianza, es necesario iniciar un proceso de cuestionamiento profundo de nuestras decisiones individuales. ¿Por qué hacemos lo que hacemos? ¿Por qué pensamos como pensamos? ¿Por qué elegimos lo que elegimos? ¿Por qué nos sentimos como nos sentimos? ¿Cuál es nuestro propósito y el propósito de nuestras decisiones?
Para mí, no se trata de la presencia física de mamá y papá en un matrimonio. He observado ecosistemas de crianza totalmente saludables a pesar de la separación de los padres, así como situaciones en las que el matrimonio se da el permiso de asumir la responsabilidad y construir desde una nueva conciencia personal y de sus vínculos. Mi invitación a través de esta idea es a no cuestionar el matrimonio per se, sino la interpretación y el propósito de la decisión. Esto no quiere decir que, debido a que puede haber sido una decisión inconsciente, se tenga el derecho de abandonar el espacio. Al contrario, esto aumenta los grados de responsabilidad que debemos asumir debido a las decisiones que tomamos constantemente.
En conclusión, no siento que las niñas y niños requieran de padres juntos. Si bien es cierto que ayuda mucho cuando hay conciencia, lo que más requieren de los adultos es de su disponibilidad, atención y conciencia.
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