Un compañero llevaba un incipiente negocio a la par de sus labores en el trabajo. Esto le trajo no pocos problemas con el jefe de la planta ya que, al ser un negocio que recién empezaba, necesitaba de su atención. La cosa es que entre problemas y escollos fue llevando ambas cosas como un malabarista. Con el tiempo el jefe de la planta se jubiló. El día en que fue a retirar el pago en las oficinas de recursos humanos coincidió con el que ahora era su ex subordinado. Al salir ambos del edificio caminando uno al lado del otro: seguramente debido a que el monto que le dieron no correspondía a lo esperado o la crisis económica que ya se hacía sentir lo devaluó pasó su brazo por el hombro del compañero y le dijo - hijo, eso que estabas haciendo sigue haciéndolo - y se retiró.
Una antigua compañera de trabajo, a unos meses de jubilarse, me dijo - hijo no esperes a jubilarte para ver que vas a hacer, empieza ahora para que cuando te toque sigas haciendo lo que ya iniciaste.
Esa es la moraleja de estas historias.