Soledad,
hoy te asomas a mi puerta
con la sonrisa a medias,
desnuda, despeinada.
Como queriendo no volver.
Cambias de mĂĄscaras,
a ratos eres tristeza,
otros sonrisa,
luego eres sombras,
tambiĂ©n vacĂo, despecho,
melancolĂa.
La mesa se hace entre nosotros,
brillan las tazas,
huele a café.
Embriago en humo mi lucidez
mientras te digo:
La marcha fĂșnebre de las hormigas
traen consigo otro yo.
Un guerrero vencido
que escapĂł de la muerte
en tus besos.
Eduardo DâAttellis
032415