Cuento de Navidad del Asilo, Parte 5, 6, ...

Cuento de Navidad del Asilo, Parte 5, 6, 7, 8, 9 y 10

Dec 01, 2021

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Los humanos se quedaron sorprendidos al ver que de la boca de Gitol no salían maullidos, como era costumbre, sino, verdaderas palabras que articulaba perfectamente a pesar de que su hociquito no estaba preparado para mover los labios y su lengua no tenía la destreza necesaria para modificar el aire y hacer sonidos especiales y su pequeña garganta no estaba hecha para producir los sonidos necesarios para articular palabras y es que ese era el poder del Nekogasha, el aparentar que mientras abría y cerraba la boca, realmente se comunicaba mentalmente con las personas, por ello los sonidos eran parecidos a los de una persona normal, ¡Gitol hablaba! y eso era ya más que sorprendente para esos dos humanos.

El humano dejo la sorpresa a un lado, hacía tiempo que trataba a su Hijitol como persona, le hablaba siempre y sentía que Gitol le entendía, y es que para un gato no es necesario comunicarse con fonética entendible con los humanos, los gatos se comunican con su humano de manera telepática, ellos conocen los deseos, frustraciones y aspiraciones de su personita especial, es por ello que cuando realmente hay una real compenetración gato-humano no hacen falta palabras, las actitudes son las mandan en la relación y más si se lleva algún tiempo conviviendo. Así que el humano le dijo a Gitol -¡ya sabía yo que podías hablar ! y yo tantos años haciendo tu voz como un tonto, a ver si te dejas ya de maulliditos y cuando quieras algo lo pides como una persona-, soltándose a reír después. La humana que quería un tanto más a Hijitol le dijo -Bueno, ya que puedes hablar, sería hora de que también uses el excusado, laves tus platitos, y seas un poco más responsable en casa- riendo y yendo a abrazar a su Gitol, los tres rieron, pues como buenos observadores, sabían que los gatos tienen muchos comportamientos humanos y como mucha gente dice, ¡solo les falta hablar!

Después de las bromas los humanos ya dejando su sorpresa a un lado, empezaron las preguntas, ¿qué si siempre había podido hablar?, ¿qué por qué nunca lo había hecho?, ¿Qué entonces, por qué los maulliditos insistentes?, qué si todos podían hablar?, etc.. Muchas preguntas, y muy poco tiempo debido a la premura.

Gitol les explico todo lo de la misión incluido el obsequio de las Diosas, los humanos escucharon atentamente todo lo que Gitol relataba, asentían con la cabeza y tenían un tono muy serio en sus rostros, sabían de las preocupaciones de los mininos, ellos tenían otras, había que conseguir recursos para el Asilo y además tenían que conseguir un poco más en caso de que los viajeros tuvieran una necesidad urgente, sabían de los peligros de la misión y ahora que tenían conocimiento de que Gitol podía comunicarse debían de conseguir dinero para los viajeros, ellos si comprendían que los viajeros iban a necesitar más alimento del que llevaban en sus costalitos y también entendían que no siempre encontrarían gente de buen corazón que les regalara unas croquetitas y aún encontrándolos eran cuatro viajeros y de los de mejor estómago, no iba a ser suficiente el alimento.

Las ventas estaban bajas debido a la pandemia y sobre todo a la temporada, el buen fin le pegaba mucho a la tienda del Asilo, más cuando la gente no estaba acostumbrada a comprar por internet (cosa curiosa, ya que por las redes sociales se vendía y tenían algunos clientes fijos), las donaciones eran pocas, sobre todo para dar de comer a más de 150 gatitos, en fin, la situación también era mala en el Asilo, pero eso no iba a detener la misión, ésta era muy importante, sobre todo para reforzar una fe que iba decayendo en la sociedad. Claro que los humanos se iban a involucrar en la misión de los pequeños y sobre todo les iban a monitorear en todo momento, ya que no se le deja desvalido a ningún integrante de ese Hogar para felinos abandonados.

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Los humanos fueron al salón comunal, abrazaron, besaron, mimaron a los cuatro viajeros, las despedidas son difíciles, pero más cuando es una misión peligrosa y durará algún tiempo, en esa habitación se respiraba esperanza, desazón, nerviosismo y muchos sentimientos encontrados, todos querían despedirse de esos intrépidos pequeños, pasaron en fila para restregarse y limpiarse, para demostrarles que todos los amaban, no faltaba quien les diera su juguete preferido, de esos que ya están todos remendados y han pasado por muchos gatitos, algunos donados, otros comprados, pero que la humana remendaba para que tuviera la vida más útil para todos los gatitos, se heredaba de adulto a pequeño, en el hogar es menester reciclar todo, claro, menos la comida, pero la arenita, las mantitas, las camitas eran todas recicladas, remendadas, acondicionadas para darle más de una vida, ya que eran muchos los pequeños que necesitaban de alguna de ellas, el arenita era sacada para que aparte de que se usara en segunda vida para los gatitos que vivían en los patios, se descargara de aroma y sirviera para una segunda vida para los que estaban dentro.

Ahí en el patio a un lado del arenero estaba el pequeño globo, un globo que habían fabricado los pequeños y que también se veía que la tela era reciclada con pequeños retales de colores, predominando el rojo, el verde y el amarillo, también estaban amarrados a los costados algunos costalitos con alimento y dentro otros costalitos, los cuatro viajeros dejaron disimuladamente todos los juguetitos que habían recibido de los más jóvenes, ellos los necesitaban más y en el globo no había más sitio.

Entonces subieron al globo, los cuatro se acomodaron para despedirse una vez más de sus hermanitos y de sus humanos, los pequeños sabían que no los verían en muchos días, así que, querían guardar en sus mentes cada detalle que pudieran, la cara de esperanza de sus hermanitos, la mirada de amor que les enviaban sus humanos. Abrieron las válvulas del gas que les permitiría subir por el cielo para alcanzar las corrientes de aire necesarias para ir en dirección norte y así llegar a su destino, sabían que debían cuidar ese gas, ya que no contaban con suficientes bombonas para usar, los recursos del Asilo no habían alcanzado para dotarles de lo suficiente, pero aún así sabían que tenían los costalitos, que aunque llenos de comida, podían en caso necesario tirarlos para ganar altura, soltaron las amarras que los mantenían en el mismo sitio y empezaron esa aventura de ir al polo norte, hablar y convencer a Papá Noel de continuar repartiendo regalos esa navidad.

Cash seguía sacando chispas con cualquier metal o ser que tocaba, así que lo pusieron a distancia suficiente para que no causara un accidente, Kitty empezó a hacer inventario de lo que llevaban, para así racionar el alimento de la mejor forma, Tango usó el catalejos para ubicarse y decirle a Gitol que cantidad de gas debían quemar para seguir ascendiendo, todos tomaron con responsabilidad una tarea dentro del globo, Cash quiso probar el rugido, regalo de Sekhmet para despedirse, abrió su hociquito y de él salió un rugido tal que aún los que estaban abajo y se veían como hormigas se estremecieron y corrieron a esconderse para después voltear al cielo para ver de dónde venía, los que estaban en el globo, aún cuando sabían del don que ostentaba Cash, sintieron sobrecoger su corazón y miraron con miedo a Cash, las aves que se encontraban cerca apuraron el vuelo para no estar cerca del globo, era cierto lo que había dicho la Diosa, ahuyentaría a amigos, como enemigos y tenía que usarse con prudencia.

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Ya no veían su hogar, iban a gran altura, que todo parecía ser muy pequeño, solamente los gatitos que habían servido de cosmo nautas habían visto ese paisaje y lo habían visto muy rápido, ellos eran animales terrestres y daba miedo ir a tan alto, tanto que Tango había dejado el catalejos y se había refugiado en una mantita, con el pretexto de tomar una de las tantas siestas que acostumbran, los demás hicieron lo mismo y el globo continuó su marcha.

El paisaje era hermoso, pasaba debajo de ellos toda la ciudad de color gris, después el verde del bosque que rodea a todas las grandes ciudades, las nubes se podían tocar y hacía un gran frio, un frio congelante y empezaron a usar los gorros que les habían regalado sus hermanos, las orejitas son las que demuestran cuando un gato tiene frio y éstas estaban heladas, después de ponerse los gorritos se acomodaron juntos los cuatro y se arroparon con las mantitas, el calor que daban juntos era comparable al calor del rebaño, esa costumbre que tienen todos los animales a juntarse en las nevadas para soportar el helante frio, ellos como buenos felinos de ciudad, nunca habían sentido tal frio y dentro de sus mantitas se juntaban más, en eso Gitol recordó que no había apagado el gas y que probablemente seguían subiendo, así que salió del grupo y fue a apagarle, así lo hizo y rápidamente regresó al confortable calor del grupo, así pasaron mucho tiempo ya que los felinos reducen su actividad con el frio.

El globo continuaba su marcha y los aventureros seguían durmiendo, habían pasado por muchas emociones en tan corto tiempo y necesitaban asimilar todo y que mejor manera de hacerlo que durmiendo, Cash seguía sacando chispas cada vez que se movía o se movía alguno de sus hermanitos y eso ya era preocupante, cualquier chispa podía provocar un incendio, pero esas chispas no parecían prender nada, a pesar de que las mantitas y los costalitos que les rodeaban eran combustibles, era algo raro y causaba mucha incomodidad a los viajeros, pero como sabían que Cash era muy temperamental y tiraba garrazos a la menor provocación lo dejaban pasar, pero eso estaba acabando con la paciencia de los demás, hacía falta que alguien hablara con él y lo hiciera entrar en razón que debía de alejarse un poco, al menos hasta que dejara de incomodarlos, pero nadie lo hacía ya que necesitaban del calor de los cuatro, a todos les pasó por la cabeza envolverlo en plástico para que dejara de incomodarlos, pero a nadie se le había ocurrido llevar semejante material, Kitty no había visto en el inventario nada parecido, además no lo había terminado debido al vértigo que le causaba semejante altura, claro, ellos estaban acostumbrados a subir a árboles, techos, edificios, pero nunca a semejante altura, tenían que aclimatarse a ello para seguir con sus labores, además ya estaban moviéndose, por tanto no necesitaban salir a enfrentarse con semejante altura, al menos no ahora, estaban todos calentitos y el concierto de ronroneos era muy adormecedor, así que continuaron durmiendo, mejor dicho, continuaron dormitando, no hacía falta enfrentarse al frio y las alturas, al menos no ahora.

Todos se encontraban dormitando y en eso empezaron a escuchar susurros, unos susurros seguidos de sonidos como si estuviera masticando alguien, y pequeños bufiditos. Todos los mininos sufren de algo llamado curiosidad, así que se pusieron atentos, en esa postura que adoptan todos, cabeza y cuerpo bajo, pero las orejas en dirección del sonido, los cuatro se pusieron muy, muy atentos, y cuando vieron que se movía un costal, saltaron a él al unísono.

Los cuatro dieron contra el costal, y empezaban a tirarle garrazos cuando en ese preciso instante se escuchó una voz conocida que decía, -Chicos, chicos, calmaos, somos nosotros-. Gitol se acercó y abrió rápidamente el costal y de repente se pudo apreciar una enorme masa de pelo beige, café y blanca, seguida de una bolita color naranja pálido, eran Blue y Daniela.

Blue era un hermoso birmano de pelo largo, que había llegado al Asilo hacía más de dos años, llegó siendo un bebé, muy pequeño, los humanos en su acostumbrada caminata vieron a una pareja que lo traía en brazos y lo «chulearon», a lo cual la pareja les dijo que si lo querían se lo regalaban, los humanos aceptaron y así llegó Blue, pero sabían del peligro que un gato de semejante belleza anduviera tan siquiera en el patio del Asilo y lo criaron en una habitación, de la cual el mismo no quiso salir hasta cumplir un año, y aún saliendo, regresa siempre, es el único que se encierra en «su transportadora» y hasta cierra la puerta para no ser molestado, en fin, es un pequeño gato consentido y en busca de aventuras, pero que casi no se lleva con nadie, más que con Gitol y su inseparable Daniela.

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Daniela es un caso aparte, ella llegó con sus hermanitos Andy, Lucy y Ari Gatito, fue una de las tantas camadas abandonadas que tiran como si fueran basura, ellos tuvieron que ganarse el cariño de todos en el Asilo, Daniela el de Blue, Lucy y Andy el del humano y Ari Gatito el de la humana, por ello a donde quiera que fuera Blue, ahí se encontraba Daniela, eran inseparables. Daniela era una gatita nada común, su color era naranja pálido, pero su manto era como el de los azules ruso o el de los cortijo, la pequeña tenía doble pelaje y corto, soportaba al igual que Blue mejor las bajas temperaturas, pero eran muy golosos, siempre andaban en busca de una doble ración, razón por la cual fueron descubiertos en el globo, no tanto por el frio, ellos podían soportarlo mejor individualmente, pero más en compañía uno del otro.

-Pero que hacen aquí chicos, que no ven que los humanos se van a preocupar al notar su ausencia, ¿cómo se les ocurrió venir de polizones- , dijo Gitol.

-Déjenmelos a mí, déjenmelos a mí, yo les daré una lección que no les volverá a dar ganas de ir de polizones en ninguna misión-, dijo Cash.

-Ajá, tu y cuantos más, deja te recuerdo que no me haz ganado un pulso nunca Cash, además ni se te ocurra ponerle una garra encima a Daniela, ella es mi protegida y todos lo saben-, respondió Blue, mirando con fiereza a cada uno de los aventureros.

Tango y Kitty permanecían en silencio, ellos por su naturaleza y los dones y regalos que habían recibido les hacía ser los más prudentes, y sabían que discutir no servía de nada, no podían regresar a los polizones y menos abandonarlos a su suerte cuando bajaran a repostar o a buscar la ubicación de dónde se encontraban, lo mejor era buscarles en que se ocuparan, además de que su manto les sería de gran ayuda para el viaje, además de que eran los más valientes del Asilo, eso ya lo sabían, así que Tango le hizo un giño a Kitty que comprendió inmediatamente y tomando a Cash y a Gitol los llevaron a una esquina del globo para hablar con ellos, mientras Kitty les dijo a los polizones, -Esperen aquí-.

Daniela y Blue le hicieron caso y cabizbajos esperaron a que los cuatro deliberaran el destino que tomarían ellos dos.

Terminando de deliberar se acercaron a ellos y empezó Tango a hablar:

-A ver niños, lo que hicieron no es una simple aventura, los humanos van a estar muy preocupados, saben que hicieron mal y no encontramos la forma de avisarles que están con nosotros, en verdad es un gran problema y por mucho que le dimos vueltas no encontramos como solucionarlo-.

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Blue respondió; -Pues no se ustedes, pero Daniela y yo ya habíamos hablado con Bastet hace tiempo, no es la primera vez que visita el Asilo, ¿saben? Hace algún tiempo necesitábamos comunicarnos con los humanos, pero temíamos que se asustaran, en eso estábamos cuando se apareció la Diosa y habló con nosotros, dándonos el don de poder escribir en humano, claro, es algo que es difícil, ya que no podemos hacer uso de las plumas, pero si usamos la garrita de nuestro dedo medio y con tinta que es la más difícil de conseguir, escribimos cartas que dejamos a la vista de los humanos, ellos piensan que se escriben entre ellos, pero somos nosotros, y pensamos que les seríamos muy útiles en la misión, ya que no faltará quien no sea de buen corazón y no se pueda comunicar con Gitol, pero de forma epistolar si lo podemos hacer Daniela y yo. Así que tranquilos, les dejamos una carta en la cual les explicamos que decidimos venir con ustedes y que no se preocupen, además, aparte de escribir en humano, podemos leer también en humano y lo mejor, en todos los idiomas, los antiguos y los modernos, ese fue el don que nos dio Bastet a Daniela y a mi-.

Gitol asentía con la cabeza, al igual que los demás, menos Cash, ese pequeño era muy difícil de convencer, así que tomando el catalejos, se lo acercó a Daniela, ignorando a Blue y le dijo, -a ver, si es cierto lo que dice tu «protector», dime, ahí hay un letrero de los que gustan los humanos poner en las carreteras, leelo y dime que dice, a ver si es cierto-. Así lo hizo Daniela y con una cara de preocupación volteo a ver a Gitol y dijo; -Gitol, ¿acaso no es la misión ir al Polo Norte?, porque no entiendo, ese letrero dice...

-Ese letrero dice: «Cuernavaca 5 kilómetros»-, todos extrañados voltearon a ver a Daniela, ¿que era lo que estaba diciendo?, ¿no habían estado viajando a suficiente altura para tomar una corriente que los llevara al norte?, en definitiva no había sido así.

-¿Ahora que vamos a hacer?- dijo Tango, -Hay que bajar, ¡tenemos que bajar!- respondió Gitol, así lo hicieron, cerraron completamente la bombona de gas y empezaron a perder altura, tenían que encontrar un lugar aislado, de preferencia en el bosque para bajar y desde ahí buscar una solución al problema que ahora tenían.

Vieron un claro en el bosque y ahí se dirigieron a base de mucho esfuerzo aterrizaron, inmediatamente Cash, Gitol y Blue establecieron un perímetro seguro, tenían que tomar muchas precauciones ya que Morelos tenía coyotes, cascabeles, tlacuaches y cacomixtles, había que estar alertas y ya empezaba a anochecer, iban a pasar una noche no tan fría, pero si incómoda, había que establecer guardias para que estuvieran despiertos al menos dos de los seis aventureros.

Kitty y Daniela prepararon las raciones del día, iban a comer sus croquetitas que con amor y resignación les dieron sus hermanitos del Asilo, ninguno sabía prender fuego, lo cual habría ahuyentado a la fauna morelense y no lo necesitaban, ellos veían mejor de noche, pero los depredadores del lugar también, así que bajaron sus mantitas del globo y se dispusieron a descansar cuatro de ellos.

Cash y Tango tenían el privilegio de haber montado la primera guardia, no habían tenido oportunidad de conocer a los coyotes, conocían a las serpientes, pero no venenosas como las cascabeles, de los tlacuaches habían oído hablar a algún enfermo que llegaba del Asilo, pero de todas esas especies, le tenían mucho respeto a los cacomixtles, ya que en dónde estaba el hogar de transferencia solían rondar algunos, conocían sus costumbres nocturnas y sabían que sus mordidas eran muy tóxicas, había historias de pequeños que habían perdido la cola debido a las peleas que a veces sostenían con los cacomixtles, esos pequeños bribones medían cuarenta centímetros más la cola anillada, eran mejores trepadores que cualquier gato y la capacidad que tenían de girar ciento ochenta grados, gracias a sus tobillos flexibles, les convertía en magníficos contrincantes, además de su rostro puntiagudo, que podía acercarse más fácilmente para morder que el de ellos, que en muchos casos no lo es, si, no era momento de dormitar, al menos no para Tango y Cash.

Los ruidos nocturnos en pleno bosque sobresaltaban a todos, nadie podía dormir en un ambiente totalmente extraño a sus costumbres, los seis eran gatos de ciudad, su único contacto con los demás especies, aparte de la humana, había sido con palomas, pichones, gorriones, ratoncitos, lagartijas y alguno que otro cacomixtle, claro, aparte de sus primos los perritos que los trataban con respeto, ya que algo curioso pasaba en la gatera, habían aprendido a actuar en conjunto como sus primos los cánidos, y a diferencia de ellos, los pequeños tenían garras y dientes filosos, y actuando en conjunto, ningún primo se atrevía a ir a por ellos.

Escuchaban ruidos extraños, a lo lejos una que otra lechuza de las que también habían escuchado hablar de algún hermanito, había que tener cuidado con ellas, no les fueran a confundir con los cacomixtles o los tlacuaches, nadie podía dormir y Gitol les comentó la vez que un halcón casi lo caza, todo por andar investigando en el techo del hogar de transferencia, había que tener mucho cuidado, y sin fuego iba a estar difícil ahuyentarlos, ahí no contaban con la ayuda de sus humanos y se sentían terriblemente solos, ahora comprendían lo que sentían sus primos que eran abandonados en los bosques por humanos irresponsables que pensaban que como eran gatos, podrían sobrevivir, si, como no, ellos siendo seis y habiendo sido educados para tratarse como hermanos y protegerse mutuamente, no se sentían nada cómodos, y ellos si tenían croquetitas para alimentarse, los primos que eran abandonados no, además a pesar de que nacen con el instinto cazador, es imposible que sepan matar a las presas, esa es una conducta aprendida de mamá a hijo y ellos no habían sido educados por su mamá.

Todos estaban despiertos, pensando en lo mucho que habían perdido y ganado al convertirse en gatitos domésticos de ciudad cuando a lo lejos Cash escuchó un ruido, volteó a ver en dirección de donde salía, que era a lo alto en un pino enorme y en eso observó que en dirección hacia ellos había 2 ojos amarillos que los miraban con curiosidad, le hizo una seña a Tango y ambos se dirigieron hacía el lugar, claro, ahí estaba jugando la curiosidad, no la prudencia.

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Iban con todo el sigilo del que son capaces los gatos cuando escucharon una voz que gritaba desde lo alto «cuidado», alzaron la vista y vieron un par de enormes garras que pasaron muy cerca de sus lomitos, vieron que seguidas de esas garras, pasaron dos más, eran un par de enormes lechuzas que los habían estado observando en silencio a sus espaldas y que los estaban cazando, Cash volteó a ver con fiereza a amabas lechuzas, ya descubiertas podían verlas claramente con sus ojos adaptados a la oscuridad, al verlas con fiereza salió de sus ojos una chispa que fue en dirección hacia ellas y que se hacía grande, ellas salieron volando, escapando de semejante portento que había ejecutado Cash, era parte de su magia y estaba manifestándose.

De dónde habían visto los ojos amarillos seguían escuchando murmullos de asombro, siguieron acercándose, ahí se encontraban un par de cacomixtles, Cash y Tango se pusieron alertas dispuestos a atacar, pero comprendieron que ellos les habían puesto sobre aviso de los enemigos aéreos. Tango les habló y les pidió que salieran de su escondite, así lo hicieron ese par de rinteles y se presentaron.

-Hola chicos, mi nombre es Elfo y el de mi hermanita es Hada-, ¿ustedes como se llaman? -Mi nombre es Cash y el del gris es Tango, mucho gusto-, -oye, cómo hiciste eso de sacar las chispas, para nosotros sería muy útil, hemos perdido muchos hermanitos a causa de ese par de lechuzas- dijo Elfo, Cash les explico el regalo que habían recibido, la misión que tenían y que estaban cuatro compañeros más esperándolos, así que se dirigieron al improvisado campamento.

Una vez hechas las presentaciones, los «gatos mineros» les comentaron que habían perdido muchos hermanitos y habían quedado huérfanos, después que unos malos humanos hubiesen matado a su madre, razón por la cual siempre andaban juntos los hermanitos, les platicaron que hacía un día se les había aparecido en sueños una gata, que les había explicado que en próximos días serían visitados por seis felinos como ella y que les prestaran toda la ayuda, que esos pequeños felinos sabrían como compensarlos por su tiempo y el esfuerzo en ayudarlos, así que ellos habían hecho una madriguera para recibir a los viajeros y estuvieran a salvo de los coyotes y serpientes.

Así llegaron al pequeño refugio elaborado por ese par de rinteles, era muy acogedor, pero a la vez humilde, no tenían alimento, ya que debido al par de lechuzas apenas y podían cazar y estaban muy famélicos los hermanitos, se notaba que habían pasado por enormes carencias, más de las que pasaban los asilados, al menos ellos si tenían alimento cada día, los gatitos mineros comían un día si y varios tal vez, así que Daniela había llevado un costalito de alimento con ella para que los hermanitos comieran, y debían de hacerlo lentamente, ya que comer todo de golpe les haría más daño que bien.

Ahí en ese refugio se respiraba mucha esperanza, la misma que en los hogares humanos en esos momentos difíciles, no decaía el ánimo, por el contrario todos sabían que había momentos malos, pero seguidos de grandes recompensas, los Dioses, tanto humanos como «los de los felinos», no desamparaban a sus fieles, todo era cuestión de creer, de ser fieles y siempre agradecer lo mucho o poco que tenían, los Dioses ponían en el camino de la gente necesitada, personas que podrían ayudarse mutuamente, ya que todo en esta vida es el apoyo mutuo, el intercambio de algo intangible por algo que se podía tocar, como en el caso de esos cacomixtles, daban refugio a nuestros aventureros y a la vez ellos recibían un poco de alimento que les llenaría la barriga y tal vez un poco más.

Los hermanitos comieron poco a poco el alimento que Daniela les había llevado, había lágrimas en sus pequeños ojitos ámbar, tenían conocimiento que nuestros aventureros estaban haciendo un gran esfuerzo en compartir su magro alimento, pero ¿acaso esta temporada del año no era eso precisamente?, si, el regalar lo mucho o poco que tienes al más necesitado, al que tiene una gran necesidad y aún así, teniendo grandes carencias es capaz de regalar aún que fuera un lugar calentito o un pequeño puño de alimento hacia aquellos que en realidad lo necesitaban, ¡si, de eso se trataba el espíritu navideño!, ellos, los pequeños «animalitos silvestres y los domésticos» vivían el verdadero espíritu navideños. Los aventureros conocieron que a pesar de que habían perdido a sus hermanitos a garras de las lechuzas, ellos no las odiaban, sabían que se trataba de «sobrevivir» en un ambiente cada vez más hostil para ellos, un lugar que antes había sido un paraíso para todos los «animalitos», los humanos lo habían transformado en algo que era antinatural, con árboles de concreto o de madera muerta, que a lo alto llevaban cables y que formaba un claro enrome, solamente aprovechado por las aves, ya que muy pocos de ellos se atrevían a pasar por dichos claros artificiales, o por enormes cuevas de piedra, que tenían luz en su interior y selladas por cosas grandes de metal, que aun que en muchos lugares había alimento de sobra, muchas veces se echaba a perder o era aprovechado por los pequeños ratoncitos y muchos de ellos morían envenenados, si, el mundo cambiaba mucho gracias a los humanos, pero no para bien de todas las especies y eso era la condena a muerte de muchos «animalitos silvestres».

Lo único que podían hacer era encomendarse noche a noche a su Diosa felina, la misma que se les apareció para recomendarles que ayudaran a sus elegidos y ellos al mismo tiempo habían sido elegidos, todo eso lo pensaban nuestros viajeros y Gitol, el líder de la misión habló -Hada y Elfo, ¿es gustaría acompañarnos en nuestra misión?, no tenemos alimento de sobra, pero al menos les llenará mejor la pancita, además los humanos cuando todo esto termine, estoy seguro que les proporcionarán Asilo en nuestro hogar, no les resolvemos la vida, pero al menos podemos paliar un poco todo el daño que algunos humanos les han hecho, además en el Asilo encontrarán más primitos de su misma especie y podrán jugar y cazar juntos. Los hermanitos emocionados respondieron al unísono que si, que si irían con ellos, además conocían a pequeños humanos que les dejaban alimento cuando viajaban al bosque, ellos eran la esperanza de todo el mundo, trataban con cariño a todas las especies, el humano estaba cambiando y se notaba en sus crías, eran más consientes, se preocupaban más por los demás «animalitos» y trataban que sus mayores se portaran de diferente manera ante su entorno, los humanos estaban viviendo algo que ellos llamaban «evolución» y que se estaba dando de forma diferente, respetaban todo su entorno y claro que ayudarían en la misión, pero ya era noche y debían descansar todos, claro, dejando una pequeña guardia solamente y esta vez tocó el turno a Gitol y Kitty.

Todos estaban ya dormidos, menos los que hacían guardia, en eso vieron un par de ojos brillantes que se iban acercando sigilosamente pero sin esconderse, al contrario, alcanzaban a divisar que el personaje iba volteando insistentemente y casi corriendo, los pequeños felinos se pusieron a la expectativa, ya que cada vez se iban acercando a ellos, en eso escucharon un gran siseo que aparentemente iba detrás de esos ojitos y más alerta se pusieron.

Ari Gatita desde el Hogar de Transferencia

Finales de Otoño de 2020

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