Ya más que dispuestos Gitol, Tango, Kitty y Cash, subieron al globo, acomodaron sus croquetitas y se dispusieron a empezar su travesía, en eso, Cash les recordó que tenían que ir a visitar a Sekhmet y a Bastet para que les dieran su aprobación y les propiciaran un buen viaje, así lo hicieron los cuatro, fueron al santuario a pedir por el buen viaje y el retorno.
El santuario no era otra cosa que una pequeña habitación en el Asilo, una habitación donde todos los gatitos iban a pedir por una u otra causa y como buenas felinas Bastet y Sekhmet respondían o no a las peticiones, se dispusieron a pedir por el viaje en esa posición que adoptan todos los gatos, si, esa misma que toman con sus caritas observando fijamente hacia los humanos cuando van a pedir algo, pero esta vez miraban a la nada, no necesitaban de esculturas o monumentos para entrar en contacto con sus Diosas.
A la lejanía un sonido casi imperceptible para los humanos, pero muy estridente para los felinos se escuchó el rugido de la poderosa Diosa Sekhmet, acompañado por los ligeros maullidos de Bastet, ¡las Diosas estaban respondiendo a esos cuatro intrépidos felinos! Sekhmet se fue acercando a cada uno de ellos, los cuatro impasibles sabían que la Diosa los estaba estudiando, estaba viendo si tenían la fortaleza, la entereza y la decisión necesaria para continuar con su misión, la Diosa sabía todo sobre la misión, conocía los deseos de todos los felinos, pero sentía en especial un amor infinito por los pequeños del Asilo, sabía que muchos habían sufrido penurias, pero ella siempre había estado ahí para brindarles la fuerza necesaria para continuar viviendo y en casos extremos había acogido en sus brazos el alma de aquellos que no habían soportado tantas penurias y los había llevado de la mano al paraíso gatuno, hacía días que había recibido las ofrendas de todos los pequeños del Asilo, había degustado los «manjares» que ellos le habían dejado, y conocía muy bien sus corazones, se les quedó contemplando con esa mirada que muchos humanos no soportan, la mirada de la «fiera» y cada uno de los peticionarios se le quedaron mirando con esa mirada felina, esa mirada que si la observas detenidamente y durante mucho tiempo (si es que se dejan), nos hace comprender que es la misma mirada de «fiera» que la de la Diosa, ella terminado de examinarlos se puso frente a ellos y se sentó.
Bastet sin embargo se acercó a ellos, se restregó en cada uno mientras empezó su ronroneo purificador, se acercó primero a Gitol, le puso su nariz sobre la suya, lo olfateó, lo lamió y se restregó en él, Gitol se recostó y le mostró su pancita para que la Diosa viera que era totalmente dócil ante ella y que se ponía a su disposición. Después se acercó a Tango, hizo el mismo ritual con él y él copiando la actitud de Gitol hizo lo mismo, ella los miró complacida, y empezó a amasarlos, indicándoles que de antemano tenía su bendición, que ella estaba con ellos, Kitty no espero a que Bastet se acercara, fue directamente hacia ella y empezó el mismo ritual que Bastet había seguido con Gitol y Tango (debes saber que en cualquier gatera es la gata la que recibe a los visitantes, es ella la reina del lugar y le corresponde así mismo recibir a todos los visitantes antes que los gatos machos), Bastet se tumbó y le mostró la barriga, para que Kitty la amasara y así continuar con el ritual, en eso, Cash, que es la primera vez que veía una Diosa se acercó a Kitty y le tiró un garrazo, a lo cual Kitty le bufó, pero Bastet la contuvo y se acercó a Cash y le habló: -Cash, eres muy impetuoso y algo irreverente, debes de llevarte bien con todos los felinos, son hermanos, son mis niños y a todos los amo por igual, no necesitas adelantarte para que te haga mimos, se que no estuviste el tiempo suficiente con tu madre, al igual que casi todos los gatitos del Asilo, ya vez que la misma Ari o Tango fueron criados por humanos, pero tu, mi pequeño, debes aprender que el amor de madre lo llevarás toda tu vida y que toda gatita te tratará como su hijo, porque son instrucciones mías-, Cash, avergonzado agachó la cabeza, pero Bastet se la levantó y le dio el mismo ritual que a Gitol y Tango.
Las Diosas ya juntas hablaron Sekhmet: -Niños, ¿en serio quieren viajar al hogar de Papá Noel?, ¿saben el frio intenso que hay en el polo norte?, ¿conocen los peligros que hay en el viaje?, los malos humanos, las fieras que no nos quieren, las que tienen demasiada hambre como para considerarlos un bocado. No niños, su tarea no es nada fácil, pero si están decididos, cuentan con mi aprobación y ayuda. Bastet: -hijos míos, no quiero que nada les pase, han tenido una vida bastante difícil como para pasar por tantas penurias en el viaje, como dice Sekhmet, hay muchos humanos malos, muchas fieras hambrientas y ustedes mis bebés, son unos pequeños felinos, han pasado toda su vida cómodamente y no conocen los peligros que entrañan los bosques, las ciudades, los desiertos y sobre todo la tundra, dónde hay osos polares muy hambrientos, pero como dice Sekhmet, si están decididos les doy mi bendición y mi ayuda.
Entonces ambas Diosas se prepararon para darles un regalo a cada uno, un regalo que les ayudaría en su viaje...
Continuará...