La Luna

Jan 12, 2022

Mientras Baltazar III daba sus primeros pasos en la superficie lunar:

¡Todos deberíamos poder disfrutar de esta vista, una vez en la vida! Tener un referente nuevo sobre nuestro hogar; ver, aunque sea una sola vez, la tierra bajo nuestros pies como un cuerpo suspendido sobre nuestra cabeza. Sentir la emoción y el miedo de estar en medio de tanto vacío. Por supuesto que esto está muy lejos de ser como cuando tu amigo o amiga mamadores se van de retiro espiritual un fin de semana y regresan todos “cambiados” o como cuando tus amigos jipis se van al desierto a echarse un viaje peyotari y regresan siendo unas nuevas y mejores personas, iluminadas, elevadas.

No, esto es diferente.

La única diferencia entre viajar a la luna e ir al mar o subir la montaña o adentrarse en el bosque, solo radica en la distancia y el esfuerzo que implica llegar, además de las personas que intervienen en el viaje. Todos deberíamos poder disfrutar esa vista, por lo menos una vez en la vida. Contemplar la belleza de la transformación, del cambio, del flujo de los fenómenos en el universo. Uno fácilmente podría perder la cordura si observa con atención lo despiadado y fugaz de la existencia. Todo cambia y se transforma. La primera vez que conocí el mar me quedé horas sentado en la playa solo observando el ir y venir de las olas. No podía evitar sentirme pequeño ante la inmensidad de ese cuerpo de agua que lo abarcaba todo. En este momento puedo poner mi mano a una cuarta de mi casco y cubrir todo el mar y los continentes del planeta. Igual me siento diminuto, pero en esta ocasión es ante la inmensidad del silencio. Me pregunto si algún día existirá una mano capaz de cubrirlo.

Un día, dentro de varios miles de millones de años, esa estrella a la que llamamos sol morirá… explotará en una super nova y la tierra definitivamente será víctima de esa transformación.

Hacer un pronóstico hoy, sobre la situación de la raza humana cuando eso ocurra, es muy aventurado. Hemos puesto el primer pie fuera del planeta, pero para poder completar el paso dentro del vecindario espacial falta mucho por hacer y mucho por descubrir.

Uno, además, no puede evitar sentirse engañado, como dijera el escritor Suizo Friedrich Dürrenmatt (quien sin duda fue un espectador de todo el fenómeno que fue la llegada del hombre a la luna en el apolo 11):

El 20 de julio de 1969 no inició una nueva época sino el intento de marcharse a hurtadillas del no superado siglo al cielo. No se confirmó la razón humana, sino su impotencia. Es más fácil viajar a la Luna que cohabitar en paz con otras razas, más fácil que una democracia y un socialismo auténtico, más fácil que vencer el hambre y la ignorancia, más fácil que evitar la guerra en medio oriente o terminarla, más fácil que encontrar al verdadero asesino de un presidente, más fácil que hacer la paz entre árabes y judíos o entre los rusos y los chinos, más fácil que irrigar el Sáhara, más fácil que entender las diferencias entre hombres y mujeres y lograr que tengan las mismas oportunidades, más fácil que volver a fertilizar aquella llanura que había sido antaño Mesopotamia entre el Tigris y el Éufrates. El vuelo a la Luna no es lo peor, no es otra cosa que una de aquellas aventuras técnicas que, gracias a la aplicación de las ciencias, siempre volverá a ser posible. Lo malo es la ilusión que despertó.

Houston: misión cumplida, me preparo para volver a casa.

by Baltazar III

Una Ciudad Sin héroes / Extracto del Episodio No. 4: "La Luna"

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