Desde 2015 y durante aproximadamente seis años, la coalición árabe liderada por Arabia Saudita atacó y combatió a los hutíes en el marco de la guerra civil en Yemen. La coalición incluyó a Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Catar, Marruecos, Egipto, Kuwait, Bahréin, Jordania y Sudán, con el respaldo de Estados Unidos. El poderío militar saudí era, indiscutiblemente, muy superior al de los hutíes.
Fueron seis años de bombardeos aéreos, asesinatos selectivos, destrucción de infraestructura y miles de muertos, pero los hutíes no se rindieron. Incluso con una coalición árabe de tal magnitud, no se logró evitar que partes de Yemen cayeran bajo el control de este grupo zaidí-chiita respaldado por Irán.
Es difícil creer que algunos ataques puntuales de las FDI, por poderosos que sean, cambien significativamente la postura de los hutíes.
Es necesario reflexionar en otras direcciones, incluso en aquellas estrategias que podrían tomar tiempo en madurar.
Los hutíes no son un problema que pueda resolverse con una acción rápida y decisiva.